viernes, 13 de enero de 2012

Cabo Ingólfur

Narra la leyenda que, al acercarse a tierra desconocida, Ingólfur ordenó arrojar sus öndvegissúlur (postes de su sillón de caudillo) al mar, como era tradición. Los dioses guiarían las corrientes que llevarían a los maderos hasta el lugar más propicio para establecer un asentamiento. Según el Landnámabók (libro de los asentamientos), dos de sus esclavos tardaron tres años en encontrar los postes en una pequeña bahía, donde hoy se asienta Reikiavik, mientras él les esperaba en un pequeño cabo situado a unos 4km de la propia Islandia. Ese cabo, que hoy lleva su nombre, se encuentra unido a Islandia debido a las arenas provenientes del volcán Skaftafell, que cada diez años aproximadamente entra en erupción y derrite el hielo del glaciar bajo el que se encuentra, provocando una avalancha de ceniza volcánica que se ve en la foto.

Una imagen de satélite de la zona
Y algunas tomas más:



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